Por: Diego Imbachí
Fotografía: Julián Varona |
Fue alrededor del año 1680 cuando, proviniendo desde Quito, llegó a la ciudad de Popayán la escultura del Santo Ecce Homo la cual se encontraba en obra negra. Con el tiempo, el fervor religioso hizo de esta imagen digna de proclamación como patrona de la ciudad. Pero esa imagen no es la que actualmente suele salir en las procesiones del primero de Mayo en la ciudad, es una réplica encargada por el presidente Guillermo León Valencia en 1960 al escultor español José Lamiel dado que la figura original estaba sufriendo el deterioro ocasionado por el tiempo y por el gorgojo.
Desde un principio, las procesiones de ascenso del Ecce Homo eran acompañadas por hombres de diferentes condiciones sociales, apoyados en una tradición de siglos pero en los últimos años es cada vez más visible la compañía de las mujeres de todas las edades en este acto religioso. Esta característica es aludida por la proclamación del primero de mayo como el día de San José Obrero instituida por Pío XII el 1 de mayo de 1955, para que -como dijo el mismo Pío XII a los obreros reunidos aquel día en la Plaza de San Pedro - "el humilde obrero de Nazaret, además de encarnar delante de Dios y de la Iglesia la dignidad del obrero manual, sea también el próvido guardián de vosotros y de vuestras familias”.
Además, en Popayán la celebración del primero de mayo ha tenido connotaciones, además de religiosas, políticas desde los días del bipartidismo en Colombia. La pugna entre liberales y conservadores era tal que los primeros, luego de cargar la escultura del Ecce Homo, colocaban peso sobre la base de esta para que los azules no pudieran levantarla y así aludir que el patrono era liberal. (lea más sobre Amo liberal y el amo conservador)
Desde la proclamación del Santo Ecce Homo como patrono de la ciudad en 1788 este se ha convertido en el símbolo de miles de creyentes que ven representado en él la fe, protección y amparo de la Ciudad Blanca.
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